Los movimientos especializados de Acción Católica para la
evangelización del Mundo Obrero: JOC (Juventud Obrera Cristiana), MTC (Mujeres
Trabajadoras Cristianas) y HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica)
presentamos el comunicado “Mirar la realidad con esperanza” con motivo de la
celebración del 1º de mayo, Día del Trabajo.
El 1º de Mayo es para nuestros movimientos tiempo de
reflexión y discernimiento, de renovación del compromiso y de celebración de
nuestra fe en el acontecer del mundo obrero y del trabajo.
Como parte de la Iglesia, debemos discernir desde el
Evangelio los signos de los tiempos. Un discernimiento que a nosotros,
movimientos de Acción Católica en el mundo obrero y del trabajo, nos hace
preguntarnos cómo se anuncia y manifiesta la salvación de Dios en la realidad
social que hoy vive el mundo del trabajo y qué es lo que está truncando su
proyecto de fraternidad y justicia universal. ¿Hay hoy día buenas noticias para
las personas empobrecidas?
Nuestro discernimiento nos debe ayudar a descubrir lo que en
el actual contexto histórico, en las condiciones de vida y trabajo de tantas
familias, existe como freno y ocultamiento del Reino de Dios, para transformar
la realidad y colaborar a construir humanidad. Es la vida humana, lo más
importante para Dios, lo que está en juego.
La pobreza, agravada por la crisis actual y por la
mercantilización y precarización del trabajo, es un signo de la negación de
Dios porque niega a la persona humana. Las causas de la crisis económica que
padecemos y las distintas políticas que, desde hace años se vienen poniendo en
marcha, siguen profundizando en una desigualdad estructural que sufre el mundo
obrero y del trabajo, especialmente las personas más débiles: desempleadas,
jóvenes, mujeres, inmigrantes…
Las reformas laborales, la reforma de las pensiones, las
políticas de austeridad presupuestaria y de reducción en gastos sociales, la
búsqueda de la competitividad a través de una devaluación interna de las
condiciones de vida y trabajo de la ciudadanía, además de no contar con el
respaldo de toda la comunidad política y económica, dentro y fuera de nuestras
fronteras, siguen ahondando en un modelo social, profundamente inmoral. Así se
niega el principio básico de humanidad que Juan Pablo II reclamaba: “las
necesidades de los pobres deben tener preferencia sobre los derechos de los
ricos; los derechos de los trabajadores, sobre el incremento de los beneficios”
(Toronto, 14 de septiembre de 2004).
Nuestra experiencia de encuentro con Jesucristo Resucitado
nos hace mirar también la realidad con esperanza. En ella encontramos muchos
signos que anuncian el Reino de Dios y su justicia. La vida de muchos hombres y
mujeres del trabajo, de los jóvenes, sus ansias de justicia y de dignidad, sus
experiencias de lucha y solidaridad, de organización y de cooperación, el
reclamo de otro mundo posible, de parroquias y comunidades cristianas
enraizadas en barrios obreros, de muchos militantes obreros cristianos, son
testimonio de resurrección.
Este 1º de Mayo es también para nosotros un tiempo de acción
evangelizadora y de compromiso transformador. Por eso, muchas y muchos de
nosotros, estaremos presentes en los actos y/o manifestaciones que en ese día
reclaman derechos sociales y laborales, porque entendemos que son un deber de
justicia.
La experiencia del amor de Dios en nosotros queremos
convertirla en amor a nuestros hermanos, compañeros y compañeras del mundo
obrero y del trabajo al que pertenecemos. Un amor del que no podemos separar la
lucha por la justicia.
Es tiempo, por tanto, de la caridad política que se ha de
plasmar:
- En formas de vida, personal y comunitaria, que propongan y
hagan visibles estilos de vida alternativos, austeros, sostenibles y
solidarios.
- En compromiso en las organizaciones del mundo obrero, para
que éstas coloquen en el centro de sus reivindicaciones y proyectos a los
sectores más empobrecidos.
- En denuncia de las políticas que generan desigualdad y
rompen la vida humana y el desarrollo del trabajo como principio de vida.
- En gestos que prioricen la preocupación por el mundo del
trabajo en las planificaciones de nuestras Iglesias diocesanas.
- En la difusión y fidelidad de los principios y
orientaciones que la Doctrina Social de la Iglesia propone. Así ayudaremos a la
sociedad a encontrar respuestas éticas a la actual crisis que vivimos.
Esta acción y compromiso son fundamentales para ofrecer a
Jesucristo como Buena Noticia en el mundo obrero y del trabajo, como propuesta
de vida personal y social.
Por último, este 1º de Mayo es, también para nuestros
movimientos, un tiempo de celebración de nuestra fe en el acontecer de nuestras
vidas de trabajadores. En todas las diócesis españolas se llevarán a cabo
Eucaristías, vigilias de oración, encuentros… donde celebraremos que Cristo
sigue acompañando nuestras vidas y nuestras luchas, sigue acompañando al mundo
obrero y del trabajo que sigue sufriendo.
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